Como en Chile, las redes de transmisión en Europa también corren el riesgo de frenar la transición energética.

Recientemente, las redes se han disparado en la agenda política. A medida que avanza el despliegue de tecnologías limpias, se topa cada vez más con el cuello de botella de una capacidad de red insuficiente, lo que provoca retrasos en la conexión, restricciones y mayores costos para los consumidores. Si bien el desafío general es claro, las causas subyacentes no siempre son evidentes, particularmente en el caso de las redes de transmisión nacionales donde hay poca información accesible.

El análisis de Ember, basado en 35 planes nacionales de desarrollo de redes de operadores de sistemas de transmisión (TSO) europeos de electricidad, muestra que los desarrollos de redes planificados en varios países no están en sintonía con la realidad de la transición energética. Esto supone el riesgo de que las inversiones en la red sean insuficientes para cumplir las ambiciones climáticas y de seguridad energética para 2030.

Según los planes de red de 35 países, de aquí a 2026 están previstos más de 25.000 kilómetros de nuevas líneas, lo que aumentará la longitud total de las redes de transmisión nacionales en un 5,3%. Esto elevaría la longitud total a aproximadamente 523.000 km para finales de 2026. Un proceso que sería liderado por España, tal y  omo queda reflejado en el siguiente gráfico del informe.

La expansión de la red, a juicio de Ember, debe abordarse con urgencia, sobre todo porque el desarrollo de redes se caracteriza por plazos mucho más largos que las tecnologías limpias. Además, no abordar oportunamente los problemas de capacidad de la red resultará costoso y ya constituye un costo sustancial para muchos países. En 2023, España gastó más en gestionar su ya congestionada red de transporte de lo que invirtió en su desarrollo.

Ya se están tomando algunas medidas positivas para abordar los desafíos de la red. Los planes de TSO revelan una tendencia de creciente expansión de la red durante la próxima década, junto con renovaciones y actualizaciones de la red. Los TSO también están dando prioridad a las soluciones no cableadas para aliviar urgentemente la congestión de la red. Varios TSO tienen ambiciosos planes de expansión de la red, lo que demuestra la viabilidad de un rápido desarrollo de la red si existe una priorización política. Sin embargo, en los próximos años se necesitarán medidas más audaces en materia de redes en toda Europa para desbloquear los beneficios de una transición rápida para abandonar los combustibles fósiles.

Según la investigación de Ember, 11 de los 26 planes de red se basan en un menor despliegue eólico y solar que los objetivos nacionales. En muchos países es evidente una falta de alineación entre los planes de red y los objetivos nacionales, lo que corre el riesgo de una preparación insuficiente para integrar la energía eólica y solar.

La energía solar tiende a verse más afectada, con su capacidad subestimada en un total de 60 GW en los 11 países, y la eólica en 27 GW. Esto parece ser principalmente una consecuencia de que el proceso de planificación de la red va a la zaga de las actualizaciones de la política energética.

Gigavatios solares en el aire

Igualmente, 19 de los 23 planes de redes nacionales examinados por Ember no alcanzan el despliegue de energía solar previsto en el escenario habitual de SolarPower Europe, en un total de 205 GW para 2030, mientras que la energía eólica está subestimada en diez de los 31 planes analizados, en un total de 17 GW. Estas discrepancias implican que la congestión de la red puede empeorar en el corto plazo, ya que las redes no están equipadas para gestionar la flota de energías renovables en rápido crecimiento.

También hay planes de la CE que se quedan cortos. Por ejemplo, REPowerEU, en opinión de Ember, subestima la inversión anual en red en al menos 5.000 millones de euros. El gasto actual en redes en los Estados miembros de la UE alcanza aproximadamente 63.000 millones de euros, con un promedio de 28.000 millones de euros por año destinados a redes de transmisión y 35.000 millones de euros invertidos en redes de distribución en 2022.

Este gasto supera la estimación de la Comisión Europea de inversión anual en redes de 58.400 millones de euros hasta 2030. Además, es probable que sea necesario aumentar la inversión en sistemas de transmisión nacionales para hacerlos “adecuados para su propósito” en aquellos países donde los planes de red van a la zaga de la política energética existente.

El actual discurso de alto nivel y la atención política sobre las redes presentan una oportunidad crucial para abordar los obstáculos que obstaculizan el desarrollo adecuado de las redes. Para Ember, La planificación de la red debe ser más ágil y anticipativa, en lugar de estar atada a suposiciones y objetivos obsoletos, como ocurre actualmente en muchos casos. En su opinión, las decisiones que se tomen hoy darán forma a la futura red eléctrica de Europa en las próximas décadas.

“No podemos darnos el lujo de pasar por alto las redes. Corren el riesgo de retrasar la transición energética sobrealimentada de Europa si los planes no se actualizan. Asegurarse de que la energía solar y la eólica realmente puedan conectarse al sistema es tan fundamental como los propios paneles y turbinas. No hay transición sin transmisión”, dice Elisabeth Cremona, analista de datos de energía y clima de Ember

EMBER