La transición energética requiere de diálogo y acuerdos transversales


Durante las últimas semanas el sector eléctrico ha sido golpeado por noticias que derechamente hacen pensar que es difícil avanzar en la tan anhelada transición energética. En primer lugar, los problemas de insolvencia asociados a las cadenas de pago de dos empresas de generación del rubro renovable. Luego, los constantes vertimientos que se producen por déficit en la capacidad de transmisión de nuestra carretera eléctrica. Finalmente, la crisis entre Ucrania y Rusia continúa provocando incertezas respecto a la disponibilidad de gas natural, que resulta ser el combustible clave para desplazar el carbón.

Afortunadamente, el nuevo ministro de Energía ha convocado a mesas de trabajo para abordar dos temas de contingencia y que afectan directamente a empresas de generación: el mercado de corto plazo y el reglamento de potencia. En este sentido, resulta de especial atención que las propuestas presentadas en la mesa de corto plazo han tenido, en términos generales, una buena acogida en los actores incumbentes. Sin embargo, esto no ocurre en la mesa de discusión del reglamento de potencia, donde prácticamente todos los participantes plantearon sus aprehensiones a la propuesta del reglamento. Por lo que el gran consenso de la industria es que este mecanismo no está siendo el adecuado para lograr acuerdos que den certidumbre al sector.

En relación a la mesa de corto plazo, es indudable que Chile ha hecho un esfuerzo por implementar iniciativas que permitan incentivar el uso de tecnologías limpias para producir electricidad de bajo costo. Sin embargo, esta importante política pública debió ser complementada con el fortalecimiento de la columna vertebral del sistema eléctrico. Desafortunadamente esto no ha ocurrido, y para resolver los problemas de los vertimientos de fuentes renovables, es urgente retomar una política que permita reducir los tiempos de construcción de nuevas líneas de transmisión y la incorporación de sistemas de almacenamiento en el menor plazo posible.

Por otro lado, el mercado de potencia ha permitido que se hayan realizado inversiones para construir centrales que han dado y seguirán aportando estabilidad y flexibilidad al sistema eléctrico. Esto se ha visto en concreto durante los dos últimos años de estrechez energética.

El proceso de descarbonización vigente y el aumento de participación de energías renovables, requiere de inversiones en nueva capacidad y tecnología, como el almacenamiento. Estas nuevas inversiones no llegarán de un día para otro. Se necesita tiempo y en ese intertanto seguiremos siendo dependientes de la infraestructura existente. En este proceso ningún mega sobra.

Así, el reglamento debe dar las certezas para que este proceso sea exitoso y debe ser compatible con lo que actualmente está ocurriendo en el sector. Para eso, se requiere más reflexión para alcanzar a desarrollar una normativa que efectivamente cumpla el objetivo que el sistema requiere, sin dañar lo que está funcionando. Es necesario evaluar la normativa en el contexto actual, que es distinto y más desafiante que aquel bajo el cual se desarrolló la actual propuesta. Recordemos que no por mucho madrugar amanece más temprano.

Por lo tanto, si se desea regular de manera de implementar soluciones efectivas y de mediano plazo, es necesario fortalecer el diálogo y recoger las diferentes opiniones de todos los actores involucrados. Para lo anterior, se requiere de voluntad de todos los incumbentes para poner todos los argumentos sobre la mesa y encontrar puntos de consenso. En aquellas ideas que no existe acuerdo, es necesario seguir conversando y construir puentes que permitan poner siempre por delante el objetivo de ganar la maratón que conocemos como transición energética.

Por Humberto Verdejo, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Usach