Brasil es el mercado eólico terrestre más grande de América Latina, seguido de México, Chile y Argentina

América latina tiene posibilidades energéticas en vientos marítimos. Colombia y Brasil dieron los primeros pasos para desarrollar la eólica offshore. La experiencia de las plataformas petroleras.

Tres décadas después de que se instalara el primer parque eólico marino del mundo, América Latina, todavía sin experiencia en la materia, comienza a interesarse por esta forma de generación de energía.

Si bien se trata de proyectos que requieren de una fuerte inversión de capital y que implican grandes desafíos logísticos, la eólica offshore ofrece una generación de energía más constante y de mayor escala que la eólica tradicional. Asimismo, la offshore evita los conflictos territoriales que muchas veces están presentes con los campos de molinos eólicos.

En un escenario de precios de los hidrocarburos desatados por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, la búsqueda de alternativas energéticas se vuelve más atractiva en términos de costos y de soberanía.

Brasil y Colombia dieron los primeros pasos para avanzar en el desarrollo sectorial. Una de las claves para que la instalación de proyectos eólicos offshore maximice el impacto industrial y de servicios en el resto del entramado productivo es aprovechar la experiencia del sector hidrocarburífero offshore.
Costas afuera

La energía eólica offshore es la fuente de energía limpia y renovable que se obtiene con la fuerza del viento que se produce en alta mar. En la última década, el sector ha madurado y crecido rápidamente, tras un lento avance desde que Dinamarca emplazó sus primeras turbinas en 1991. A partir de ese momento, se han instalado aproximadamente 56 gigavatios (GW) de capacidad eólica marina en todo el mundo, principalmente en Europa y China.

La brasileña Ingrid Pacheco Silveira, experta eólica marina, señala que las turbinas offshore aprovechan la falta de barreras presentes en la tierra para girar más rápido y generar energía de forma más constante y uniforme que la eólica terrestre o la solar fotovoltaica. «Algo que quedó demostrado desde los primeros proyectos es que se pueden utilizar turbinas más grandes en el entorno marino que en los parques eólicos terrestres y con una escalabilidad mayor», explica.

El Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de la Energía señala que una cuarta parte del potencial eólico marino del mundo se encuentra en aguas de países de ingresos bajos y medios, por lo que acelerar su adopción en los mercados emergentes se ha vuelto esencial para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles.

En esta última década, la industria eólica marina ha mostrado un crecimiento acelerado, principalmente en China y países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El último año, la industria eólica presentó récord en nuevas instalaciones para la energía eólica marina, con 21 GW de capacidad añadida en todo el mundo.

Este gran avance relativamente reciente se debe principalmente a una reducción de costos y al aumento sustancial en el tamaño de la turbina y la escala del proyecto, así lo explica el doctor Christian Appendini, oceanógrafo del Laboratorio de Ingeniería y Procesos Costeros del Instituto de Ingeniería de México (UNAM). «Como ahora es competitiva en costos, algunos gobiernos planean hacer de ella un componente clave de su combinación energética descarbonizada», sostiene.
Potencial

Existe un enorme potencial de recursos sin explotar en América Latina y el Caribe. El Banco Mundial estimó un potencial técnico cercano a los 8 mil GW en las aguas de la región. Brasil y Colombia son los más avanzados en sus legislaciones eólicas marinas. Por ejemplo, los desarrolladores de la industria brasileña han propuesto más de 130 GW de capacidad eólica marina en 55 proyectos.

Brasil es el mercado eólico terrestre más grande de América Latina, seguido de México, Chile y Argentina. La industria brasileña del petróleo y el gas se desarrolla principalmente en alta mar y tiene una cadena de suministro muy bien establecida que se puede adaptar para satisfacer las necesidades específicas de la eólica marina.

“Un primer proyecto legislativo fue emitido en 2017 en la Cámara de Diputados, pero 2020 fue el cambio de juego con el lanzamiento gubernamental de una hoja de ruta para desarrollar enormes parques eólicos marinos con el involucramiento de la Agencia Nacional del Medio Ambiente. A principios del año anterior, se publicó un nuevo proyecto legislativo y finalmente en 2022 llegó el Decreto para regular el mercado, que genera grandes expectativas para el financiamiento”, señala Pacheco Silveira al identificar los avances normativos en Brasil.

En Colombia, la agenda de los proyectos energéticos está empezando a escribir un nuevo capítulo protagonizado por la eólica marina o costa afuera. «Se avanzará en la incorporación de proyectos que permitirán aprovechar el potencial de 50 GW que tiene Colombia con esta fuente de generación, que es casi tres veces la capacidad instalada (17,7 GW) que tiene actualmente todo el país», dijo Diego Mesa Puyo, ministro de Energía saliente de Colombia, desde Estados Unidos, tras participar en la Cumbre de las Américas.

“Este tipo de tecnología es mucho menos invasiva y no genera gases de efecto invernadero, un gran avance desde el punto de vista de la neutralidad de carbono. En materia económica, estos proyectos requieren inversiones de capital muy significativas. Por ejemplo, proyectos como los que ya se están estructurando en Colombia para los próximos tres o cuatro años van a requerir inversiones de cerca de 1000 millones de dólares”, agregó Mesa Puyo.
Complejidades

El principal reto tecnológico de la energía eólica marina radica en su difícil instalación, ya que la construcción y su mantenimiento requiere la utilización de medios logísticos muy especializados. Existen diferentes estructuras eólicas marinas, entre las que se destacan los aerogeneradores marinos con cimentación fija y los aerogeneradores marinos sobre plataforma flotantes.

Mesa Puyo advierte que el gran desafío se encuentra en la infraestructura logística y portuaria, ya que las torres de las turbinas eólicas que pueden tener una altura de más de 200 metros y requieren un ensamblaje complejo.

A nivel regulatorio, la instalación de un parque eólico marino necesita contar con aprobaciones exhaustivas tras realizar estudios durante los años previos, que incluyen la compatibilidad de la estructura con la navegación, la fauna marina, las rutas de migración y la dinámica de transporte, entre otros factores.

Por otro lado, la gran necesidad de capital requerirá la participación de financieras locales e internacionales, lo cual exige una gestión sobre los riesgos comerciales para atraer inversiones y minimizar el costo del capital. La industria será próspera en América Latina si va de la mano de la creación de un entorno atractivo para la financiación y del desarrollo de políticas eólicas marinas.

«El papel de los gobiernos es fundamental para lograr un marco normativo y tributario que sea conducente a las inversiones, trabajando articuladamente con diferentes entidades. En Colombia, se trabaja con la autoridad ambiental, con la dirección marítima que hace parte de Armada, con el Ministerio de Transporte e Infraestructura, con el Ministerio de Ambiente y con el Ministerio de Comercio”, explica el ministro de Energía colombiano.

«Se pueden crear muchos puestos de trabajo locales, especialmente en la fase de operaciones y de mantenimiento, mientras que el crecimiento de una cadena de suministro puede ayudar a diversificar las industrias existentes, en particular aquellas que ya suministran petróleo y gas en alta mar», agrega Molina. La energía eólica marina es una industria en crecimiento a nivel mundial y América Latina no será la excepción.

Por Alan Austria
*Analista de Anáhuac Online. Este artículo fue publicado originalmente en Diálogo Chino.